sábado, 8 de marzo de 2014

Dos microficciones sobre A Nigthmare on Elm Street



No te quedes dormido

Puso el disco en el reproductor y se sentó en el sillón. Los párpados le pesaban, pero al día siguiente no tendría tiempo para ver la película. A decir verdad, la trama era entretenida, pero los efectos especiales dejaban mucho que desear; más que asustarse, le daban ganas de reírse. En determinado momento el mentón tocó su pecho y, al erguir la cabeza, comprendió que se había quedado dormido. Un hilo de baba escapaba por la comisura de su boca. Fastidiado, tomó el control remoto y quiso rebobinar. Sin embargo, la pantalla del televisor comenzó a despedir rayos de colores. La película ya no le pareció graciosa cuando vio las cuchillas relucientes, el sombrero, y el hombre del suéter a rayas, saliendo del televisor.


El sueño definitivo

Cuando el Príncipe Azul llegó al lugar indicado fue demasiado tarde. Freddy Krueger ya había pasado por allí y la Bella Durmiente, sin importar cuánto la besaran, jamás volvería a despertar.

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